Eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza para 2015, es uno de los Objetivos del Milenio que ha trazado Naciones Unidas. Sin embargo, hoy día, ya muy cerca de esa fecha límite, el objetivo, lejos de alcanzarse, muestra más crudamente, que también en la educación, incluso en las edades más tempranas existe una discriminación por razón de género, pues por cada 100 niños que no tienen posibilidad de asistir a la escuela, hay 117 niñas que tampoco lo hacen. Y es que en muchos países donde no existe una educación gratuita, las familias consideran un despilfarro invertir para educar a una niña, que en un futuro dejará de pertenecer a su núcleo y por lo tanto, su educación no revertirá en el progreso familiar.
Se calcula que en el mundo existen al rededor de 800 millones de analfabetos mayores de 15 años, de los cuales, dos tercios son mujeres. Además, muchos niños y niñas en los países en desarrollo comienzan sus vidas sin disponer de la nutrición, el aprendizaje y la protección adecuados. Y son las mujeres y las niñas quienes sufren en mayor medida este problema.
Las mujeres analfabetas tienen menos posibilidades de expresar su opinión social y políticamente, tienen más dificultades para mantenerse por sí mismas.
Sin embargo, todos los estudios indican que educar a las niñas es la política individual más eficaz para incrementar la productividad económica general, reducir la maternidad infantil. Educar a la próxima generación, sobre todo la femenina, mejora la nutrición, promueve la salud y mejora la economía de las familias.
Hasta que no vayan a la escuela el mismo número de niñas que de niños, será imposible impartir el conocimiento necesario para eliminar la pobreza y el hambre, combatir la enfermedad y asegurar la sostenibilidad del medio ambiente.
Se calcula que en el mundo existen al rededor de 800 millones de analfabetos mayores de 15 años, de los cuales, dos tercios son mujeres. Además, muchos niños y niñas en los países en desarrollo comienzan sus vidas sin disponer de la nutrición, el aprendizaje y la protección adecuados. Y son las mujeres y las niñas quienes sufren en mayor medida este problema.
Las mujeres analfabetas tienen menos posibilidades de expresar su opinión social y políticamente, tienen más dificultades para mantenerse por sí mismas.
Sin embargo, todos los estudios indican que educar a las niñas es la política individual más eficaz para incrementar la productividad económica general, reducir la maternidad infantil. Educar a la próxima generación, sobre todo la femenina, mejora la nutrición, promueve la salud y mejora la economía de las familias.
Hasta que no vayan a la escuela el mismo número de niñas que de niños, será imposible impartir el conocimiento necesario para eliminar la pobreza y el hambre, combatir la enfermedad y asegurar la sostenibilidad del medio ambiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario